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La más romántica de las historias

miércoles, 25 de abril de 2018

Esa mañana se retiraron los candidatos a senadores mundiales junto a Matilde para la hora del almuerzo.
Decidieron seguirlos. Disimuladamente prepararon sus cosas con la esperanza siempre puesta en que alguno olvidara un maletín. Habían intentado hacerse con uno de ellos o alguna tableta holográfica
desde que arribaron al laboratorio. Pero no las dejaban ni a sol ni a sombra.
Vieron como reían abiertamente como si los problemas del mundo no fueran tan importantes. Bajaron todos juntos al estacionamiento, pero Matilde no los acompañó.
Fabrizio había logrado escuchar a dónde irían a almorzar. Se dispusieron a intervenir.
Bajaron por la Avenida San Juan hasta Huergo y de allí continuaron hasta Puerto Madero.
En el exclusivo restaurante donde fueron a almorzar, los valet parking estacionaban agilemente cualquier vehículo de los clientes que se disponían a almorzar. En realidad, no estacionaban porque ya no quedaban coches que no se condujeran solos, pero se encargaban de supervisar la operación y daban un servicio extra de limpieza.
Las personas importantes, conservaban choferes que aunque el automóvil se condujera con independencia, estaban encargados de supervisar todas las funciones y acciones que realizaban. De lo contrario debían realizarlo ellos mismos.
Tina tragó saliva cuando sospechó el importe de lo que costaría aquel almuerzo.
Se aseguraron de no ser vistos por ninguno de los políticos. Pero los candidatos no almorzaron en el salón principal. Había un reservado con vista al río en el primer piso. Rápidamente los recibieron en la puerta y le otorgaron una mesa.
Tina transpiraba frío. Se le acabarían todo su crédito. Tendría que recurrir a sus ahorros.
—¿Qué hacemos ahora Tina? —preguntó sin ideas Fabrizio, concentrado en su misión.
—¡Yo que sé! A vos se te ocurrió seguirlos. ¿Quién te pensás que soy? ¿Jessica Jones? —explotó acorralada.
Fabrizio la miró inmutable. Sus ojos destellaban con rápidos cálculos mentales tratando de encontrar una segunda vía para conseguir información.
—Vení —ordenó.
—¿A dónde? ¡Qué papelón! ¡Qué vergüenza! —se lamentaba Tina mientras Fabrizio la hacía abandonar la mesa y luego el restaurante ante la vista extrañada de los meseros y varios comensales.
—Vamos al estacionamiento. Tal vez…
Escabulléndose entre los encargados de estacionar los autos, encontraron a los choferes de la candidata a líder mundial y sus senadores. Fumaban en el exterior de la sala de espera.
—…toda la semana… Nos tratan como si no fuéramos personas, como que no escuchamos nada. A lo mejor creen que no entendemos de qué hablan —decía el chofer de la candidata Freyes.
Los genetistas permanecieron atentos. Activaron la grabación sensible de sus celulares y apuntaron a los choferes, mientras simulaban esperar por sus autos.
—El otro día escuchaba cómo se reían hablando del diputado mundial Ricchetti. En vez de denunciarlo por recibir sobornos —anunciaba el segundo chofer.
—Eso no es nada. La candidata Freyes hablaba de un senador que estaba implicado en la trata de personas y la droga —se indignaba el primero.
—¿Quién? —curioseó el segundo.
—No estoy seguro si Di Lorenzo o Lorenzo algo así.
—Todos tienen algún chanchullo —se indignó .
—Todos no… se quejaban de la santurrona Mena. Decían que no había tentación que la hiciera cambiar en sus convicciones —confesó el primero.
—¿En serio? —se sorprendió.
—Posta —reafirmó.
—Por fin alguien confiable.
—Están como locos por la ley mutante —reveló.
—¡Shhh! No digas así que no sabemos si estos son mutantes… digo… evolucionados.
Tina miró de reojo a Fabrizio a ver si se ofendía. Fabrizio no les daba importancia permaneciendo en su fachada de indiferencia. Como si no escucharan nada.
—Vámonos Fabri, ya termina nuestra hora de almuerzo —le recordó Tina..
—Nadie nos controla. No pasa nada si nos retrasamos un poco.
—Pero pueden volver.
—Ellos no van a venir acá. Los esperan en la puerta.
—Pero solamente están chismeando sobre los demás. No dicen nada de lo que nos interesa.
—No podemos dejar pasar esta… ¡Vámonos! —insistió.
—¿Por qué ahora sí cambiaste de opinión? —preguntó sorprendido por su repentina urgencia por irse.
—Llegó Matilde—reveló ante la mirada atónita de Tina—. Si nos ve ¡somos boleta!
—¡La muy turra! Bien que disimuló ir a otro lado —despotricó Tina
—¿Qué habrá ido a hacer? —se preguntó Fabrizio.
Volvieron al laboratorio y decidieron anotar todo lo que descubrían para analizarlo en conjunto. Sería información sensible si descubrían algo o los investigaban. Debían ocultarlo bien. Deberían usar alguna técnica milenaria. ¿Dónde conseguirían un anotador y lápiz o bolígrafo? Con lo escaso que eran, nadie supondría que lo usarían.
Decidieron escribir en clave detrás de un manual de procedimientos anillado y antiguo que dejaba carillas en blanco en cada hoja. Debían procurar que nadie buscara en él.
Los nombres de diputados y senadores y los rumores que se corrían de ellos fueron plasmados. También tomaron nota de las noticias de esos días. Los diputados y senadores que rechazaban el proyecto de ley de control mutante.
Ingresaron a los canales de YouTube más contestatarios.
—Escuchá éste youtuber Tina.
La pantalla holografía mostraba a un muchacho entrevistando a un genetista.
—No hay forma de conocer quiénes han evolucionado y quiénes no hoy en día. Solamente podemos intuirlo por la gran intuición y sensibilidad en la previsión de las cosas que podemos ver cada vez más en una parte considerable de la población.
—¿A qué se debe doctor? —preguntó el youtuber.
—¡Ahí hablan de nosotros! —se emocionó Tina.
—Se están haciendo análisis y comparaciones del genoma humano completo de una muestra histórica con una muestra evolucionada actual. Todavía no están los resultados y aunque estuvieran, se puede demorar años en conocer el gen específico mutado y cómo afecta al ser humano. Además, si no hay un cambio físico evidente, habría que hacer un análisis a cada persona para saberlo.
—¿Evolucionaremos todos doctor?
—Eso depende. Puede ser un rasgo como el color de ojos. El color verde es un color que está presente en todos los seres humanos. Pero es recesivo. La única forma de que se manifieste es que el otro par cromosómico no le sea dominante. O sea, debe ser también verde o azul.
—¡Qué interesante! Así que algunos podrían evolucionar y otros no.
—Así es. Depende si evolucionar signifique tener ojos marrones, que es dominante u ojos azules que es recesivo.  Si evolucionar significa ser recesivo, el gen dominante anulará la evolución. Además hay que tomar en cuenta que depende del cromosoma en que se halle, puede tener un par cromosómico como no.
—¿Qué significa eso doctor?
—Por ejemplo, en los hombres, hay todo un segmento del par cromosómico X que es único puesto que la contraparte es el cromosoma Y que le faltaría un sector. Digamos una patita para completar la X de su par. Eso es así puesto que el cromosoma Y es el que da el sexo masculino a los mamíferos.
—O sea que en ese sector sólo hay un cromosoma y si ese muta o no, no importará la dominancia.
—Exacto. En ese caso no habrá dominante que anule nada. Será lo que el gen diga que tiene que ser. No habrá disputas de dominancia podríamos decir.
—Nada que no supiéramos —afirma Fabrizio.
—No —corrobora Tina mirándolo con suspicacia. ¿Sabría él sí era mutante o no?
A ella no le importaba. Al contrario. Le parecía fascinante.
Los días pasaban y Fabrizio solía ir al trabajo en auto para luego llevar a Tina hasta su casa. Después debía volver desde la zona oeste hasta Vicente López la zona norte. Afortunadamente el automóvil conducía solo y podían aprovechar para hacerse arrumacos en el camino.
Una tarde cuando volvían de trabajar, escucharon la noticia de que habían intentado secuestrar a la hija de la senadora Mena.
—¿Mena? —repitió Tina.
—Sí, Mena.
—¿Es la misma senadora que era muy honrada según los rumores de los choferes?
—La misma. Otra no conozco.
—Pobre mujer. Una buena persona sufrir un susto así. ¡Podrían ir a joder a otro!
—Y ya se acercan las elecciones mundiales. Los diputados y senadores se reúnen a votar por el líder mundial el viernes que viene.
—Hay mucha agitación política.
De pronto el automóvil les da una alerta.
—Fabrizio. Más adelante se reportan incidentes —expresó la voz femenina de su Volswagen Evolve.
—¿Qué tipo de incidentes Patri?
—¿Patri le pusiste a tu auto?
—Sí, ¿por qué? ¿El tuyo cómo se llama?
—No tengo. Si el transporte público funciona fenómeno.
—Disculpe la interrupción Fabrizio —retomó Patri—, las redes informan que una banda de mujeres evolucionadas, han tomado venganza por mano propia contra un grupo de violadores y pedófilos.
—¿Venganza? —se escandalizó.
—Así es señora —se dirigió la voz de Patri a Tina.
—¿Podrías por favor informarnos de los detalles? —solicitó.
—En inmediaciones de la salida a Parque Leloir, un grupo de mujeres salieron armadas con cuchillos de cocina y enfrentaron a un grupo que se reunía en una casa de las inmediaciones. Capturaron imágenes o señas de niños y rescataron mujeres y niños mantenidos como esclavos. Lo siguiente que se supo es que llevaron adelante la reivindicación indígena, destripando a los esclavistas y atándolos con sus propias vísceras a los postes de…
—¡Suficiente Patrícia! —gritaron al unísono.
Patri no reconoció su nombre completo y continuó dando detalles del macabro hecho llevado adelante.
Decidieron poner las noticias en vivo.
Un sociólogo analizaba el rol femenino en la historia y cómo de un extremo de sometimiento se estaba yendo al otro extremo de dominación, pero debido a la presión cultural, aún se usaban las guías masculinas para la construcción del poder, en vez de los pocos ejemplos matriarcales de la historia donde predominaban los instintos femeninos sentimentales de sociabilidad. De ahí —aseguraba— que termina siendo una sociedad con la misma guía masculina, sólo que ejercida por mujeres. También instaba a que se hallara el equilibrio.
Pidieron a Patri que pusiera otra estación de noticias. Aprovechando el incidente, la candidata mundial proclamaba la necesidad de volver a las viejas costumbres nuevamente. Culpaba de todo el incidente a las evolucionadas que no se atuvieron a la justicia. Los oyentes criticaban de igual manera a las evolucionadas que habían orquestado la matanza y descreían de los dichos sobre esclavos y pedofilia.
—En un ataque de furia, pudieron contra tipos armados y peligrosos —se sorprendía Tina.
—Todo esto me agobia —expresó Fabrizio.
De pronto una corrida los encerró. Se hallaron en medio de gases lacrimógenos. Permanecieron encerrados en el auto puesto que tenían todas las salidas cortadas.
Mujeres ensangrentadas corrían desesperadas, llorando por los gases y esquivando balas de goma. Ninguna era tocada.
—¿Están heridas?
—Mis escaneo perimetral indica que e individuo que pasó corriendo hace tres minutos y que daba muestra de estar ensangrentado, no tenía orificios de bala y esquivaba cada una de las trayectorias de los proyectiles que le disparaban
—¿Cómo pueden esquivar esa balacera? —preguntó Tina.
—Son evolucionadas. Ese es el poder que tienen. De alguna manera saben dónde está el peligro.
—¡Estos gobernantes inútiles! —profirió Tina—. ¿Por qué no las usan para el bien común? Hasta ahora sólo han estado ganando dinero en inversiones y estimaciones. Se están haciendo millonarias y ganando poder para sí mismas en vez de convocarlas para un bien mayor. Ahora se descontrólame y pretenden que no usen mas ese don espectacular.
—¿Creés que esas mujeres son millonarias?
—Ese barrio no es un barrio pobre.
—¿Pero quien dice que son de ahí?
—De todas formas… no conozco ningún mutante pobre. Por eso están tan nerviosos los políticos. Están avasallando a las empresas ineficientes. Esa también es su habilidad mutante.
—No lo había pensado así.
—¡Claro! ¿Por qué creés que quieren volver a someterlas? Hasta ahora las pocas que hay evolucionadas son mujeres y se están haciendo lugar en el poder a manotazos limpios. No se les pueden enfrentar porque siempre tienen un as en la manga.
—¿Esa Mena no será evolucionada?
—No sé… no creo…
—Tal vez por ser mutante evitó que secuestraran a su hija.
—¡Dios mío éste mundo! ¡Cada vez peor!
Un golpe en el capó del auto los sobresaltó. Un rostro sucio de sangre, rugiendo de ira los contemplaba desde el otro lado del vidrio a prueba de balas.
La mujer arrastró chirriando su palma resbalosa por la pintura del auto.
Fabrizio y Tina se quedaron inmóviles. El auto podía enviar una descarga eléctrica antitumultos. Pero no reaccionaban. De haberlo pensado tampoco lo habrían accionado.
—Ustedes dos… —dijo la mujer con vos misteriosa—. No lo van a conseguir. Pero cuando llegue el momento… No hablen. Como si no existieran.
La mujer saltó hacia un lado de la autopista y huyó corriendo.
Los muchachos se quedaron petrificados. Aquella mujer en el laboratorio les había dicho que no revelaran el resultado.
¿Qué significaba todo? ¿Tendría alguna importancia? ¿Deberían hacerles caso o eran delirios de unas lunáticas aisladas?
—¡Dios mío! Se me puso la piel de gallina. ¿Viste esos ojos? La intensidad con que nos miraba.
—Parecía que nos estaba leyendo.
—Quiero que me invites a pasar a tu casa. Tengo los nervios de punta.
—Y yo también.
Necesitaban relajarse para no asustarse más de lo que estaba.
Las noticias de los extremistas era que si los mutantes estuvieran controlado, nada de esto pasaría. Y aún peor ocurría porque la familia, que es la base de la sociedad, estaba corrompida sin un referente fuerte a cargo. Se desmembraban y causaban el caos educacional.
Al llegar a destino, Tina invitó a pasar a Fabrizio a su casa. Se dieron un largo abrazo para quitarse la sensación de malestar del cuerpo y el estrés emocional. Era interminable.
Hacía varios días que no se acordaba de Mauro siquiera. Y cuando se acordaba, como en ese momento, era para decir que Mauro tampoco hacía eso.
Cómo se lo temía, la cena dio paso al café, el café a más arrumacos. Los arrumacos se acompañaron con música melódica y hologramas de luces danzantes en la habitación y luego en el dormitorio.
 Hicieron el amor por primera vez. El vínculo emocional se fortaleció. Por fin Fabrizio lo había conseguido. Llevaba mucho tiempo de abstinencia y tenerla a su lado cada día le estaba costando su cordura.
Siempre comenzaba con algún gesto que le daba ternura. Le generaba esas ansias de besarla. Pero besarla representaba arder al fuego reprimiendo el impulso de acariciarla por donde él realmente deseaba. Y luego cuando se permitía llegar hasta sus glúteos o sus pechos, lo siguiente era el roce con su entrepierna y la escalada cada día era más intensa.


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